martes, diciembre 30, 2008

LAS PALTAS DEL PALTO DE LOS HERMANOS

Es primavera, el sol ya está calentando, los paltos están revestidos de amarillas flores, sus hojas viejas se caen lánguidamente formando un acolchado lecho, las nuevas hojas son anaranjadas con nervaduras verdes.
No es año de paltas, definitivamente no, una cruel helada secó las flores y los brotes hace más de un año;”helada a destiempo”, dijeron y muy pocas se libraron.
El palto de los hermanos, ese precioso árbol que tengo en la entrada y que da generosos frutos, al que tuve que mandar cortar sus dos ramas bajas para que los ladrones no se refugiaran en ellas; pues ese palto una vez cicatrizadas sus heridas ha crecido tanto en altura como en ruedo; también a él se le heló todo lo que estaba descubierto pero…como él sabe todo lo que lo quiero, me quiso hacer un regalo y escondió sus más hermosas flores para producir siete enormes paltas. Poco a poco van cayendo, poco a poco las voy gozando, poco a poco voy recordando y les voy poniendo nombre, cada una representa a uno de mis hijos. Siete hijos, siete paltas y setenta y siete años que se van desgranando.
El palto de los hermanos está todo amarillo vestido de flores; ruego al viento que lo agite para que sus flores se fecunden; ruego a las mariposas y abejas que suban y suban a libar el néctar; ruego a las aguas subterráneas que sacien su sed.
Mientras, yo lo miro y lo admiro ¡Que hermoso es el palto de los hermanos y que ricos son sus frutos!