viernes, abril 17, 2009

DIARIO DE NAVEGACION

OH TU! Oh tu! La primera que en mi alma encendiste de ardiente lujuria el fuego voraz Oh tu! La primera que hincaste en mi pecho la garra que exprime el veneno fatal. Oh tu! Que surgiendo de joyas y sedas sonriente y maléfica, cuan hada infernal, tornaste mi sangre, en lava quemante, mi pecho en hoguera, mi frente en volcán. Oh tu! La de blancas, de pálidas carnes, de negros cabellos, de ojos de sol Oh tu!, la que evoco, cual caso de dicha que aguarda impaciente los labios de un dios. Oh tu!, que en mis noches de insomnio y de fiebre, surgías de pronto, ardiente visión que en medio de flores, de gemas y luces rodabas desnuda, temblando de amor. Oh tu!, la belleza de cálido aliento el grato perfume de lirios en flor, los años crueles te habrán convertido en panza de grasas o en suegra feroz.  

Ramón Rivas Ramírez 

Mayo 22/1907.

lunes, abril 06, 2009

DIARIO DE NAVEGACION

TRAGEDIA

En medio del muerto, jardín de tu hogar
que vela la existencia, y envuelve en su manto;
se abre tu vida cual pálido lirio
que brota inconciente en un camposanto.

Rodeada de duelos, manchada de sangre
e impreso en la frente, un sello fatal,
tu trágica vida, que acecha el destino
entreabre sus pétalos de flor invernal.

Venciendo a la muerte, venciendo amarguras
de en medio de sangre, de espanto y dolores
se alza tu pálida, tu blanca figura
que en mi alma despierta extraños ardores.

Ardores extraños, que ansían confusos
la muerte y la vida, culpable deseo
que deja en mi pecho, el acre perfume
de flores segadas en un cementerio.



Ramón Rivas Ramírez
Mayo 20/ 1907

miércoles, abril 01, 2009

DIARIO DE NAVEGACIÓN

TRANQUILO CONTEMPLO


Tranquilo contemplo
mi vida pasar,
que rueda en la suave
pendiente del tiempo;
escucho las voces
lejanas que cantan
las viejas canciones
de dulces recuerdos;
y aspiro dichoso
la brisa que entreabre
las nubes lejanas
que ocultan el cielo.

Tranquilo contemplo
mi vida que huye
en medio de flores
efluvios y luz
allá en lontananza
diviso la cierta,
querida esperanza;
no dejo en la senda que
que hollé con mi planta
dolor ni amargura.

Así mi existencia
que alumbra la fe,
dichosa contempla
en placida estela
y riendo derrama
el hilo brillante
que acorta sus días
y trae la muerte
envuelta en los tules
de otras auroras;
y que es mensajera
de seres queridos
que pliegan sus alas
rogando por mi.


Ramón Rivas Ramírez
Mayo 19/1907