martes, abril 17, 2007

VISITAS


Es muy tarde por la noche, dos tipulas se pasean por mi pieza, generalmente son torpes en su vuelo, hoy están ágiles, vuelan de un sitio a otro, se persiguen; sus largas y finas patas quedan atrás, sus finas y translúcidas alas se aceleran, son un par de torbellinos arremolinados. Se toman un instante de descanso, se fijan en la pared, parecen un dibujo a plumilla; me asombro con ellas y me distraigo…..en un instante siento algo suave y tenue en mi mano…es una mariposa nocturna que aletea suavemente llamando mi atención; oscura como la noche, de terciopelo negro con un toque de dorado…no sé que hacer y sólo la miro….ya se irá, mientras nos contemplamos.

domingo, abril 15, 2007

UN OTOÑO ESPECIAL


El verde de los campos ha sido reemplazado por los colores dorados, amarillo-anaranjados y rojizos. Los árboles de hoja caduca están empezando a deshojarse; los robles encienden el paisaje y los álamos lo platean. Las hierbas están resecas y, salvo uno que otro dedal de oro enano, no quedan flores silvestres. La hojarasca, oscura y crujiente, invita a caminar por ella para oírla sonar.
Se ven grandes contrastes: los mancaquis, que se han gozado el calor y el sol del verano, están empezando a madurar, sus frutos duros y dulces anuncian el otoño; las nueces, resecas por el calor, se caen al menor viento como si llovieran piedras; pareciera que toda la naturaleza está cerrando un ciclo para vegetar el invierno…pareciera…pero no es así; ¡los nísperos están en flor! Llenos de flores perfumadas dispuestas en las puntas de las ramas, pirámides de pequeñas flores color crema con gran atractivo para las abejas. Tan fuerte es el olor que se percibe a varios metros de distancia y uno se pregunta ¿Qué pretenden floreciendo a contracorriente? Tienen todo el invierno para helarse, para nutrirse de la lluvia y del granizo, para enfermarse…y ellos ¡tan panchos! Saben que su alimento es el frío, la nieve, el viento y que antes que empiece el verdadero calor, serán las primicias de la primavera, ¿cómo se las arreglan? No lo sé, lo único que me atrae es ese primer níspero amarillo, pequeño y ácido, que me hace olvidar el invierno y me promete una primavera esplendorosa, llena de flores, de hierbas verdes, de pájaros y de alegría.

jueves, abril 12, 2007

LA TINA Y LA CHABE

La Otilia y la Isabel eran dos viejecitas que se complementaban: La una ciega, la otra tullida; la una pobre, la otra también; la una en una “mediagua”, la otra en la mitad de una; la una sólo tenía a una hija, con la que peleaba y no vivían juntas, la otra no tenía parientes conocidos; la una tenía un sitio con algunos árboles frutales, la otra sólo una mata de claveles que se asomaba por la puerta; las dos compartían una pensión mínima que no les alcanzaba para terminar el mes.
Vivían frente a frente en la última calle del pueblo donde no alcanzaron ni a ripiar…sólo polvo, piedras y hoyos en verano; sólo barro y lagunas en el invierno. Las unía, además de la pobreza, la amistad, compartían “la papa”, “la manzana”, “el te”…también los frutos de la huerta de la Tina, siempre que algún vecino se los sacara….y, los huevitos verdes que ponían las cuatro gallinas castellanas.
La Tina, ciega, abría sus brazos e iba tocando las matas que bordeaban su camino hasta llegar a la calle, allí con un ayuda de un palo y a tentones, cruzaba la calle, ya fueran piedras o charcos los que encontraba, siempre se las arreglaba para ir a casa de su amiga. Allí la ayudaba a rodarse del camastro donde dormía hasta una silla de mimbre donde pasaba el día.
Mientras la ciega cocinaba; la tullida, tejía paños a crochet a la luz de una ventana sin vidrios por donde entraba el sol en el verano y la lluvia en el invierno…las dos compartían lo que tenían y se entretenían contándose cuentos mientras cebaban sus mates.
¡Ay! Decía la Chabe ¡quien tuviera tus piernas! A lo que la Tina le contestaba ¡Ay! Quien tuviera tus ojos.
Y así vivieron años hasta que partió primero la Chabe dejando desconsolada a la Tina…ya no tenía a quien servir y se fue también, dejando un ejemplo de pobreza, amistad y amor.

sábado, abril 07, 2007

MARIA

Hoy, Sábado Santo, toda la atención de los cristianos está puesta en María. Ayer conmemorábamos la muerte de Jesús, su hijo y ¡no hay dolor más grande que el que siente una madre por la muerte de un hijo!
Acompañamos a María en su soledad, en su dolor, en su aflicción ¡Cuántas cosas pasarían por su mente! Ella lo acompañó en el camino de la Cruz, vio y sintió cada uno de los dolores de su hijo, lo vio crucificar, agonizar, desangrar y antes de morir le encomendó a Juan velara por ella y a ella ser su madre. Poco más tarde Longino traspasó su corazón con una lanza de donde salió su última sangre y agua.
María recibió el cuerpo de su hijo exánime y aún tibio para preparar el rito judío del entierro; lo lavaron, ungieron y envolviéndolo en géneros lo sepultaron. María quedó sola con su dolor; dolor de madre; dolor anunciado por Simeón en el Templo: “una espada atravesará tu corazón”.
Jesús había dicho que volvería ¿le creyeron? Seguramente María creyó y esperó sin saber como se produciría; ella creyó en su hijo como toda madre cree en los suyos.
Hoy quiero acompañarla frente al sepulcro y decirle:
“Creo, María, creo en tu Hijo y en su palabra; creo”.
María, madre de dolores, ruega por nosotros
María, madre prudente, ruega por nosotros
María modelo de madre, ruega por nosotros
Y en el momento de la aflicción, ruega por nosotros.