miércoles, mayo 31, 2006

LA SOLEDAD

LA SOLEDAD


La Soledad tiene dos caras como la luna; una: clara, brillante y hermosa; la otra: oscura, opaca y…fea.
Si está de buenas, en su día claro, es alegre, profunda, sabia, ayudadora; con Soledad se puede pensar, crear, vivir, enamorar; Soledad no necesita de mucho para reír, cantar y bailar, el que la tiene cerca se siente feliz, la mira, la adorna, la encuentra linda, apetecible, instruida y quisiera pasar su vida con ella. Baila con la Soledad; canta con la Soledad; pasea con la Soledad; no necesita a nadie más y sería capaz de ser feliz toda su vida con ella por toda una eternidad.
Pero…tiene otra cara que no quiere mostrar, una cara que no tiene nada que ver con la otra Soledad, esa es una espantosa visión, es fea, sucia, despeinada, harapienta, maloliente, sus manos son zarpas, sus deseos oscuros, nada la satisface , quiere vivir haciendo sufrir. ¡Pobre anciana que no tiene nada ni a nadie! Es el bocado favorito de la Soledad, ella viene y se aposenta en su casa; si algo había… se acaba; si tenía un resto de salud…se agrava; si quedaba un algo de alegría…se acaba la razón de estarlo y la Soledad, la que se mira en el espejo negro, la tuerta y coja, la de las garras por manos, la tiene bien cogida y sin ganas de soltarla. La vida pasa a ser un martirio sin fin, martirio que ni la muerte se compadece de ella; ya nadie la puede sacar de las garras de la Soledad.
Hay que tener cuidado y no dejar entrar en la vida a la Soledad oscura, hay que saber que existe y prevenir que nunca se apodere de nuestro ser. En cambio hay que estar con la Soledad clara y saber vivir con ella que nos puede regalar muchos frutos.

sábado, mayo 27, 2006

ESTRELLAS

ESTRELLAS

La noche es amable, fresca, luminosa; la Vía Láctea está plena, se ven miles de millones de estrellas; algunas las reconozco, son las mismas que miraba en el fundo con mi mamá; nada sabíamos de constelaciones pero a algunas las llamábamos: Las tres Marías, Las tres Juanas y, a veces, en noches muy oscuras, Las tres Pepas; luego los corderitos, que a veces eran siete y a veces eran seis; Venus azulosa y fría, destellando orgullosa; Marte, rojo y recovequeando, saliendo casi para ponerse; todas las estrellas nos guían a la Cruz del Sur y que felices nos sentimos de tenerla, con que orgullo la mostramos a los que vienen del otro hemisferio.
Hoy me siento encerrada entre las paredes de mi casa, no puedo dormir, salgo y me reencuentro con el firmamento de mi juventud, es hermoso, inmutable; las estrellas están como pocas veces se ven, limpias, titilan al compás de una música cósmica; algo quieren trasmitir, a lo mejor un recuerdo de los que me acompañaron en mi vida, con quienes las miré. La primera, mi mamá y Pablo, luego los amigos de Las Cruces, hoy olvidados, pero con ellos nos tendíamos en la arena, todavía tibia y contemplábamos el cielo en silencio; luego con mis amigas de toda la vida, también en Las Cruces, tratábamos de encontrar las constelaciones, de las que hablaban los libros; jamás acertábamos, éramos una tropa de ignorantes que vivía feliz la vida, como amigas ¡las mejores!.
Miré las estrellas en el fundo, límpidas y brillantes como recién pulidas, todas las noches salíamos a caminar y a mirar el cielo, a veces estaba sola, otras acompañada, parecía que un imán nos atraía.
Si podía soportar el frío de la noche y la altura, el espectáculo mejor que he visto fué en Potrerillos, bien abrigada descubría que las estrellas estaban allí mismo, al alcance de la mano, daban ganas de estirar los brazos y tomar una para iluminar la casa.
Estrellas del hemisferio sur, las más lindas del mundo ¡Como me gustaría quedarme mirándolas hasta sacarles su secreto! ¿Me tienen algo que decir?. Sólo puedo presumir e inventar algo que me haga feliz y me acorte la noche.

sábado, mayo 13, 2006

LA ZURCIDORA

LA ZURCIDORA

Zurce la zurcidora.
Zurce los calcetines.
Junta hilos de algodón, restos de antiguos ovillos,
Porque no encuentra nuevos en las tiendas del pueblo.
Oficio antiguo, pasado de moda;
Ya nadie zurce los calcetines,
Son material de desecho.
Zurce, la zurcidora y piensa;
Piensa en su vida….recuerda.
Y va juntando los hilos de colores
Que transforman el calcetín en un algo multicolor.
Con su aguja pasa un hilo por arriba de la trama
Luego lo vuelve a pasar por abajo
Telar artesanal, primitivo.
¡Cuantas cosas pasan por la mente de la zurcidora!
Recuerda su primer zurcido, en un calcetín de su padre,
No con hilo de algodón sino ¡con un cordel!
Besos recibió de su padre…era niña
Fue la única vez que fue celebrada así.
Zurce, la zurcidora y pasa:
El hilo verde, luego el gris;
Pasa el morado y el blanco;
Otros colores no hay.
¡Ya no importa el color del calcetín,
Lo que importa es el zurcido!
Hermosos calcetines con parches de colores;
Alegres calcetines, libres de la moda;
Felices calcetines, únicos y especiales:
La zurcidora los ha dejado convertidos
En Art Nouveau.

viernes, mayo 12, 2006

COPIHUE AZUL

EL COPIHUE AZUL

Entre los bosque de la zona Central, en la pre cordillera, bajan los esteros desde las cumbres, orillados por la abundante vegetación nativa.
Dos niños de diez y ocho años: la una rubia y quemada por el sol, el otro moreno de lindos ojos negros, se van de excursión trepando por uno de los esteros.; van descalzos y ligeros de ropa; van felices pisando las piedras redondas y mojándose con el agua cristalina. Al poco andar se encuentran con un remanso donde hay muchos alevines de trucha que se pelean las larvas de mosquito; dan vuelta una piedra y sale un barbo con grandes bigotes que los mira y se va como un caballero.
Sigue la marcha, al paso van picando un maqui por aquí; un boldo por allá; un puñado de moras medio maduras, bien ácidas muy a su gusto. Miran las orillas….ellos buscan….y saben lo que quieren, pero por mientras, se gozan los chilcos que, como pequeñas bailarinas se mueven con la brisa; el tiempo pasa, el sol empieza a bajar y tienen que encontrar pronto lo que quieren para volver a casa con una “cuarta de sol”, como está mandado.
De pronto, hilándose en un quillay ven una enredadera verde, firme, con hojas acorazonadas: ¡Es lo que buscan! Con los ojos brillantes la siguen mirando hasta que, bien escondida, encuentran una flor roja ¡es un copihue! La flor que estaban buscando, pero…no exactamente de ese color. Siguen subiendo por el estero; empiezan a verse los grandes árboles: robles, raulíes, coigües, laureles y también empiezas a aparecer copihues de todos colores: rojos, rosados, pintados y…uno que otro blanco, de un blanco purísimo.
Deberían estar satisfechos, pero no lo están, ellos buscan con ahínco un copihue especial; los viejos del fundo les han dicho, que lejos muy lejos, estero arriba, crece un copihue azul; no lo han visto nunca y lo quieren encontrar.
El sol sigue bajando y tienen que volver y dejar para otro día la búsqueda.
Vuelven los niños cabizbajos, frustrados, a pesar del lindo paseo, no han obtenido el premio que esperaban….y ellos creían en el copihue azul, como también creían en el rayo verde….en el unicornio….en Pegaso….en Ícaro….los niños creer tantas cosas y ven tantas cosas que los mayores ignoran.
¡Quien fuera niño otra vez para ir a buscar un copihue azul!

lunes, mayo 08, 2006

La vaca

La vaca

“Muuu, la dócil vaca muge, y lo mismo el manso buey”, dice el verso infantil; si, muge suavemente y mira con sus enormes ojos húmedos, parece que ve el futuro; come y rumia constantemente, su suave y tibio hocico se mueve rítmicamente; le gusta el pasto verde y también el seco.
Todo sería igual por el resto de su vida, si un día no se le hubiera ocurrido salir a pasear, a buscar otros pastos (siempre el que está mas allá es el mejor), así, a paso cansino se fué allegando a una carretera de cuatro vías. ¿Qué sabía la vaca del peligro?, Total el pasto del otro lado se veía mas rico.
Despacito se acercó, subió una pata al cemento y miró, el auto que venía se detuvo, curioso de saber que haría la vaca; ésta subió las otras patas y balanceándose pasó dos pistas, al llegar al centro volvió a mirar; el auto que venía en sentido contrario paró, el chofer se rió y la dejó pasar.
Ella, la reina de la carretera, la cruzó y se fue a comer de ese pasto que la había tentado.
La gente que la vimos pasar, quedamos contentos. Todavía hay seres que con su inocencia nos sacan una sonrisa.

Petunias

Petunias

Voy leyendo absorta hasta que una voz dice:”Alameda”, a toda prisa me bajo y me aturde una ola de calor y olor a muchedumbre. Salgo bruscamente del libro y enfrento la salida. ¡Todo feo! ¡Todo sucio!. Gente muy morena, de pelos tiesos, negros, mal agestados, parece que detrás de cada uno hay un asaltante.
Al ir rodando el Metro, el pasaje empieza a cambiar, suben unos rubios de ojos azules, otros colorines, salen de la Universidad, bien vestidos, desinhibidos, al llegar al terminal casi todos se han transformado en nórdicos, libres, de modales abiertos, se ríen.
Voy por Las Condes, el calor satura el ambiente, olor a auto, a fierro, a aceite quemado, voy mirando nuevas construcciones, de pronto.....un fogonazo de olor a petunia, me deja perpleja, me transporta a mi infancia, a casa de mi tata. Cierro los ojos y me esfuerzo en no perder el hálito renovado 60 años más tarde, olor único y específico, olor a inocencia, a infancia; ¡qué consolada me sentí!, me pareció tener a mi tata a mi lado, ya no me importó a lo que iba porque ella me acompañaba.
Feliz idea de poner parterres con recuerdos.
¿Qué importan los tacos?
¿Qué importa la agresividad?
¿Qué importan las chiquillas fumando?
Cuando se tienen recuerdos y éstos llegan de sorpresa, me siento feliz y regaloneada.

ESTAMPITA

ESTAMPITAS


Leche de burra

Paso por un dédalo de callecitas estrechas y casas terreras, parecen pertenecer a otra parte del mundo y en otra época.
Al doblar un esquina me traspaso al pasado: Un hombre cubierto con un sombrero alón, una burra con una manta cubriendo su anca y un burrito, que a pasitos cortos hace sonar la soledad.
El hombre interrumpe el silencio con un grito: “Leeeeche de buuuuura”. ¡¡Visión colonial!!.
¡De donde viene y adonde va el burrero?
¿Quién compra la leche de su burra?
Alguien como él, tan viejo como él, tan antiguo como su grito.
¡Viva su ilusión el que la toma!
¡Viva su ilusión el burrero!
Sigue su tranco por la callejuela y, el burrito, a pasitos cortos de castañuelas.