jueves, abril 12, 2007

LA TINA Y LA CHABE

La Otilia y la Isabel eran dos viejecitas que se complementaban: La una ciega, la otra tullida; la una pobre, la otra también; la una en una “mediagua”, la otra en la mitad de una; la una sólo tenía a una hija, con la que peleaba y no vivían juntas, la otra no tenía parientes conocidos; la una tenía un sitio con algunos árboles frutales, la otra sólo una mata de claveles que se asomaba por la puerta; las dos compartían una pensión mínima que no les alcanzaba para terminar el mes.
Vivían frente a frente en la última calle del pueblo donde no alcanzaron ni a ripiar…sólo polvo, piedras y hoyos en verano; sólo barro y lagunas en el invierno. Las unía, además de la pobreza, la amistad, compartían “la papa”, “la manzana”, “el te”…también los frutos de la huerta de la Tina, siempre que algún vecino se los sacara….y, los huevitos verdes que ponían las cuatro gallinas castellanas.
La Tina, ciega, abría sus brazos e iba tocando las matas que bordeaban su camino hasta llegar a la calle, allí con un ayuda de un palo y a tentones, cruzaba la calle, ya fueran piedras o charcos los que encontraba, siempre se las arreglaba para ir a casa de su amiga. Allí la ayudaba a rodarse del camastro donde dormía hasta una silla de mimbre donde pasaba el día.
Mientras la ciega cocinaba; la tullida, tejía paños a crochet a la luz de una ventana sin vidrios por donde entraba el sol en el verano y la lluvia en el invierno…las dos compartían lo que tenían y se entretenían contándose cuentos mientras cebaban sus mates.
¡Ay! Decía la Chabe ¡quien tuviera tus piernas! A lo que la Tina le contestaba ¡Ay! Quien tuviera tus ojos.
Y así vivieron años hasta que partió primero la Chabe dejando desconsolada a la Tina…ya no tenía a quien servir y se fue también, dejando un ejemplo de pobreza, amistad y amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánt@s quisieramos tener una Tina o una Chabe al otro lado de la calle. Lo malo es que seguro que la tenemos pero no la vemos ni la valoramos. Cuando nos toque ser Tina, buscaremos a Chabe y, cuando nos toque ser Chabe, buscaremos a Tina. ¡Ojalá nos encontremos!

Gracias por este cuento

Luna Agua dijo...

De seguro estàn enredadas en las matas de un patio rural, una tejiendo las flores para las ramas , la otra eligiendo los perfumes para los pètalos.



Abrazos amiga