domingo, abril 15, 2007

UN OTOÑO ESPECIAL


El verde de los campos ha sido reemplazado por los colores dorados, amarillo-anaranjados y rojizos. Los árboles de hoja caduca están empezando a deshojarse; los robles encienden el paisaje y los álamos lo platean. Las hierbas están resecas y, salvo uno que otro dedal de oro enano, no quedan flores silvestres. La hojarasca, oscura y crujiente, invita a caminar por ella para oírla sonar.
Se ven grandes contrastes: los mancaquis, que se han gozado el calor y el sol del verano, están empezando a madurar, sus frutos duros y dulces anuncian el otoño; las nueces, resecas por el calor, se caen al menor viento como si llovieran piedras; pareciera que toda la naturaleza está cerrando un ciclo para vegetar el invierno…pareciera…pero no es así; ¡los nísperos están en flor! Llenos de flores perfumadas dispuestas en las puntas de las ramas, pirámides de pequeñas flores color crema con gran atractivo para las abejas. Tan fuerte es el olor que se percibe a varios metros de distancia y uno se pregunta ¿Qué pretenden floreciendo a contracorriente? Tienen todo el invierno para helarse, para nutrirse de la lluvia y del granizo, para enfermarse…y ellos ¡tan panchos! Saben que su alimento es el frío, la nieve, el viento y que antes que empiece el verdadero calor, serán las primicias de la primavera, ¿cómo se las arreglan? No lo sé, lo único que me atrae es ese primer níspero amarillo, pequeño y ácido, que me hace olvidar el invierno y me promete una primavera esplendorosa, llena de flores, de hierbas verdes, de pájaros y de alegría.

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