sábado, abril 07, 2007

MARIA

Hoy, Sábado Santo, toda la atención de los cristianos está puesta en María. Ayer conmemorábamos la muerte de Jesús, su hijo y ¡no hay dolor más grande que el que siente una madre por la muerte de un hijo!
Acompañamos a María en su soledad, en su dolor, en su aflicción ¡Cuántas cosas pasarían por su mente! Ella lo acompañó en el camino de la Cruz, vio y sintió cada uno de los dolores de su hijo, lo vio crucificar, agonizar, desangrar y antes de morir le encomendó a Juan velara por ella y a ella ser su madre. Poco más tarde Longino traspasó su corazón con una lanza de donde salió su última sangre y agua.
María recibió el cuerpo de su hijo exánime y aún tibio para preparar el rito judío del entierro; lo lavaron, ungieron y envolviéndolo en géneros lo sepultaron. María quedó sola con su dolor; dolor de madre; dolor anunciado por Simeón en el Templo: “una espada atravesará tu corazón”.
Jesús había dicho que volvería ¿le creyeron? Seguramente María creyó y esperó sin saber como se produciría; ella creyó en su hijo como toda madre cree en los suyos.
Hoy quiero acompañarla frente al sepulcro y decirle:
“Creo, María, creo en tu Hijo y en su palabra; creo”.
María, madre de dolores, ruega por nosotros
María, madre prudente, ruega por nosotros
María modelo de madre, ruega por nosotros
Y en el momento de la aflicción, ruega por nosotros.

1 comentario:

Luna Agua dijo...

Y tu, una madre que en toda su historia que cuenta... es amada.

Tantas lunas sin saber de ti amiga.

Un abrazo fuerte.
Ya te escribo.