
Tengo un ramo de flores encantado con la magia del amor. Me recuerda a los que el año pasado recibí de manos de mis hijos en nuestro aniversario de bodas. Hoy tengo este arreglo que lo fui hilando flor a flor; recuerdo a recuerdo; amor a amor. Este arreglo me alegra el día y me llena de lágrimas los ojos.
Uno a uno fui eligiendo los liciantum hasta completar siete y fueron unos rosados otros blancos y algunos con los colores mezclados…siete flores, una por cada hijo….una por cada hermano; altas, orgullosas, ellas también son las “más mejores” entre las flores; ellas también forman un grupo apretado y solidario.
Las rodean, en su base, trece alstromelias rosadas con algún toque de amarillo; para no ser muy monótono el arreglo; cada una recuerda a cada uno de mis nietos y el camino marcado en los pétalos les muestra el camino a seguir: ¡Adelante, siempre adelante! Ellos son el futuro.
En el centro mismo el arreglo tiene una vara de lilium naranja, representa al esposo, al padre, al abuelo, está rodeado de sus hijos y nietos y abre feliz sus flores para que todos lo admiren.
Detrás, y sosteniendo el arreglo hay cuatro varas verdes, ellas lo sostienen, lo apoyan, lo elevan, le dan cuerpo….nos recuerdan a nuestros padres que dieron solidez a nuestra vida.
Todas las flores descansan en un lecho verde, verde intenso, verde campo, verde bosque, verde fundo, verde alegría, verde ilusiones, verde esperanzas.
Y….sólo falto yo, que al fin y al cabo soy la que cumple años, y no son pocos…tres cuartos de siglo…nada mas y nada menos…y ¡que feliz estoy! ¡solo me faltan ellos! Y…como este arreglo es encantado por una magia especial… doy un salto y me pongo al lado del lilium ¿Dónde estaría mejor?
Una vez instalada al centro mismo de las flores afino el oído y oigo el alboroto; si lo afino más, escucho a los niños; si cierro los ojos…¡los veo, los siento y hasta los puedo tocar!
¡Es un arreglo encantado, no cabe duda, encantado con la magia del amor!
Uno a uno fui eligiendo los liciantum hasta completar siete y fueron unos rosados otros blancos y algunos con los colores mezclados…siete flores, una por cada hijo….una por cada hermano; altas, orgullosas, ellas también son las “más mejores” entre las flores; ellas también forman un grupo apretado y solidario.
Las rodean, en su base, trece alstromelias rosadas con algún toque de amarillo; para no ser muy monótono el arreglo; cada una recuerda a cada uno de mis nietos y el camino marcado en los pétalos les muestra el camino a seguir: ¡Adelante, siempre adelante! Ellos son el futuro.
En el centro mismo el arreglo tiene una vara de lilium naranja, representa al esposo, al padre, al abuelo, está rodeado de sus hijos y nietos y abre feliz sus flores para que todos lo admiren.
Detrás, y sosteniendo el arreglo hay cuatro varas verdes, ellas lo sostienen, lo apoyan, lo elevan, le dan cuerpo….nos recuerdan a nuestros padres que dieron solidez a nuestra vida.
Todas las flores descansan en un lecho verde, verde intenso, verde campo, verde bosque, verde fundo, verde alegría, verde ilusiones, verde esperanzas.
Y….sólo falto yo, que al fin y al cabo soy la que cumple años, y no son pocos…tres cuartos de siglo…nada mas y nada menos…y ¡que feliz estoy! ¡solo me faltan ellos! Y…como este arreglo es encantado por una magia especial… doy un salto y me pongo al lado del lilium ¿Dónde estaría mejor?
Una vez instalada al centro mismo de las flores afino el oído y oigo el alboroto; si lo afino más, escucho a los niños; si cierro los ojos…¡los veo, los siento y hasta los puedo tocar!
¡Es un arreglo encantado, no cabe duda, encantado con la magia del amor!