jueves, enero 18, 2007

LAS PLANTAS DE MIS PIES


LAS PLANTAS DE MIS PIES

Recuerdo con las plantas de mis pies los senderos por los que he andado. Recuerdo la sensación de blandura al pisar fuerte sobre el polvo de los caminos; la tibieza de la arena en la playa; el frío del océano Pacífico; el suave y tibio pelaje del perro regalón en el campo. Correr y correr por el trebolar todavía húmedo de rocío. Pies de niña; pies libres y desnudos; pies que, de piedra en piedra, se curtían todos los veranos. Pies que subían y bajaban por el monte sin hacer caso a las ramas ni a las espinas. Pies cada vez más duros… ¡invencibles!... ¡Que tiempo habría más tarde para desespinarlos y suavizarlos en invierno!
El tiempo pasa, los caminos también; los pies siguen andando cada vez más lejos del campo de la infancia; cada vez más lejos de la libertad; las huellas en las plantas quedan… ¡se hacen perennes!
¡Cuánto soportan! ¡Cuánto caminan! ¡Cuánto recuerdan!...Así como en las palmas de mis manos está impreso el futuro, en las plantas de mis pies está escrita mi vida entera, con sus ires y venires; con sus esclavitudes y sus libertades; con sus felicidades y sus desdichas; con sus encuentros y sus desencuentros.
Todo el peso del cuerpo lo soportan las plantas de los pies…todo el esfuerzo de estar elevada, también ¡Con razón están duras, ásperas, plegadas en mil surcos! Ellas conservan el recuerdo de los caminos y cuántas veces hicieron, con Machado, “camino al andar”
Hoy rindo homenaje a esta parte de mi cuerpo, tan infravalorada, y levanto mi copa por ellas, por las plantas de mis pies que me han llevado de norte a sur; de cordillera a mar; que se han paseado entre la hojarasca y han chapoteado en esteros, ríos, lagos, mares y océanos.

lunes, enero 15, 2007

MOMENTOS PARA ATESORAR

Noche sin luna en el desierto; cielo negro profundo tachonado de millones, de cientos de millones, de miríadas de millones de estrellas; noche sin nubes, sólo cielo negro y estrellas; la Vía Láctea parte el cielo en dos haciendo único el momento. Mientras, el salitre de la Pampa va cantando su propio canto en sonidos armónicos conformando una sinfonía de percusiones.
Padres e hijos inmóviles, conmovidos, asombrados, sólo miran, oyen, sienten y atesoran el instante para recordarlos años más tarde en los momentos en que la vida, con su agitación, los perturbe.

Estrellas en el cielo, luciérnagas en la tierra; el río viene de la cordillera sonando fuerte; el Puelche refresca la noche haciendo cantar al monte; las aves nocturnas cazan en silencio….los zorros, también.
Padres e hijos se gozan las noches de verano, es el momento de mirar a lo alto y ver las estrellas fugaces y….pedir un deseo; o de tomar las luciérnagas y enredarlas en el pelo; todos, padres e hijos coronados de luz; la cordillera coronada de estrellas….es que el ser humano busca la luz…no puede vivir sin ella. Solo falta un cometa grande para que la felicidad sea completa…también se puede pintar con la imaginación. ¿Lo quieres blanco o azul? ¿Lo quieres vertical u oblicuo? ¿Lo quieres grande y ancho o fino y largo? ¡¡¡Es cuestión de ponerse de acuerdo!!!.
Noches perfumadas de verano con olor a fruta madura todavía tibia por el sol; olorosas a trébol en flor; a miel de las colmenas; al poleo del potrerillo; a la menta de la acequia; a las moras dulces; los boldos y los peumos aportan lo suyo y el canto de los grillos y el croar de las ranas dan el toque festivo….estamos en vacaciones.

Tarde de febrero, pesada, caliente, quieta; negros nubarrones cubren el cielo, negros, muy negros, espesos, enormes, pasan dibujando figuras ciclópeas. No pasan la alta cordillera…se están juntando a distintos niveles; masas negras del norte, otras del poniente, otras del sur; todas se empujan y se atropellan, hasta que las gigantescas fuerzas se estrellan y la energía se descarga en una tempestad eléctrica que, padres e hijos nos gozamos…. ¡que viene uno, que viene! Y un inmenso relámpago cruza el cielo iluminando por delante y por detrás las nubes. ¡Uno, dos, tres, cuatro! Y el trueno retumba en el valle y el eco se extiende por el cañón del río… ¡Se siente lejos!... Todavía quedan fuerzas, aún habrá entretención; surgen los relámpagos polifurcados, caen los rayos, retumban los truenos cada vez más cerca ¡Uno, dos! ¡Ya está la tempestad encima de nosotros! ¡Tápense los oídos! ¡No salgan de la casa!...y los gigantes del cielo siguen jugando a competir cual es capaz de producir el efecto mayor, el más espectacular, el más luminoso.
Padres e hijos pasamos unos momentos inolvidables. ¡Vamos, un recuerdo más para no olvidar!