lunes, noviembre 13, 2006

CENIZAS

Polvo al polvo; es ley de vida y ley de muerte. Una vez cremado este envoltorio que ha cuidado de mí toda la vida quisiera que siguiera abonando la tierra de los lugares donde fui feliz y donde está la gente que me quiere.
Cierro los ojos y dejo volar mi mente y veo a mis hijos y a mis hermanos cada uno con un poco de mis cenizas esparciéndolas en su pedazo de tierra.
Veo lo que quedó de mi cuerpo en diferentes sitios: Bajo una manga, bajo un ciprés, bajo una parra, bajo un drago, en un parque, bajo un limonero, en una maceta con cardoncillos, bajo un ulmo, bajo una camelia. Así sabrán donde estoy, o mejor dicho donde quedó mi vestido de carne, y puedan poner una flor el 28 de marzo y musitar una oración.
Pero me veo también en el fundo, por el sendero que baja desde la casa al río, por la ladera; en la hojarasca bajo los boldos y arrayanes, al lado de las orquídeas silvestres, muy cerca del sitio donde se maridan el río y el monte, donde se escucha el río potente en invierno y cantarín en el verano, es el sitio exacto de mis más anhelados sueños.
Lo que quede, porque algo quedará o mejor dicho tiene que quedar, me gustaría que lo pusieran en la sepultura de mis padres, para estar con ellos como lo estuve en vida.
Así dando vida a las plantas esperaré la resurrección del último día. Ese día volveré a la vida enriquecida por todo lo obtenido: La fragancia, la grandiosidad, la frescura, la sabiduría, el rumor del viento y del mar, la constancia, la ternura, la elegancia, la belleza, el amor…todo lo recibido…todo lo entregado.
Con tanto don ¡Que hermosa seré y podré incorporarme al Reino de Dios en su Eternidad!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así se hará, tal como lo expresa en "cenizas". Es seguro que cada uno de sus hijos harán lo posible por cumplir este deseo. Ya sabe que en mi casa tiene un ciprés, ahí estará su lugar.
Gracias mamá