Cerca del camino, hace años, encontramos un resto de máquina que exponía a la vista un enorme resorte, fuerte, firme, imponente; estaba soldado a una gran estructura de fierro; no servía ni de refugio ni de nada, era sólo eso: un resorte que me encantó y que cada vez que quería impresionar a algún fotógrafo lo invitaba a verlo y a todos les gustaba.
¡El viejo resorte oxidado se destacaba entre los verdes de la explanada!
Volví a buscarlo otra vez para impactar a un explorador de formas; lo buscamos y lo buscamos y no lo encontramos; había huellas de una máquina caminera que había ampliado el camino ¿lo enterraron? ¿lo quitaron? ¿lo vendieron como fierro viejo? ¿lo rompieron…lo destrozaron…se lo llevaron…lo tiraron? ¡el resorte no está!...tampoco hay huellas de los andantes, ni de los drogadictos, ni de los borrachos…¿Dónde se habrán ido? ¿Dónde duerme esa pobre gente?...A lo mejor estarán junto a la chatarra de la explanada, tirada en algún sitio para no herir los ojos de los visitantes…quien sabe…lo mejor es no preguntar…nadie responde por la chatarra oxidada ni por la chatarra humana.
1 comentario:
Dices una verdad muy grande. Esconder la chatarra que a veces puede ser arte para los ojos de las gente y esconder a los discriminados para no ofender los ojos de la gente de vida ordenada.
¿Dónde irán?
El problema es que se van sin responsabilidad de nadie, viviendo en un estado de derecho.
Saludos Berbardita , y un abrazo.
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