martes, abril 04, 2006

ROSALES

ROSALES


Jamás creí que las matas de rosas, brutalmente rozadas por la guadaña, pudieran brotar y….menos aún en Otoño; sin embargo ha ocurrido un milagro de la naturaleza y, no sólo han brotado sino también florecido esplendorosamente.
Los viejos rosales, encontrados tirados en la calle; de gruesos, oscuros y retorcidos troncos, han dado lo mejor de si y están llenos de flores tenuemente rosadas, grandes y olorosas, también tienen botones de tallo largo, por lo que florecerán por lo menos durante un par de semanas más. Huelen… ¡Cómo huelen de bien! Por la tarde después que el sol se va se entremezclan los olores de los rosales con el de los azahares.
Los otros parterres tienen rosales mucho más jóvenes, vienen de regalos especiales, de una u otra abuelita que me ha regalado un esqueje de su rosal preferido, es así como lentamente se ha ido incrementando una buena colección de matas que dan flores de variados colores: unas dan flores blancas tan delicadamente pintadas de rosado que parecen de porcelana, no se pueden cortar porque se mueren, hay que mirarlas y gozarlas porque duran muy poco, lo suficiente para darse un gusto. Otras son casi amarillas, color te intenso, dibujadas en su interior con finas líneas más oscuras. Hay uno que otro matorral de rosas blancas floribundas que se quieren apoderar de todo el sitio; ellas crecen y crecen, florecen y florecen, sólo las detiene el invierno, son las últimas en florecer y las primeras en hacerlo en primavera. Detalle aparte son las rojas, porque las hay de todos los tonos, desde el rojo anaranjado hasta el púrpura; desde la que no se termina de abrir guardando su secreto hasta la que se abre entera mostrando los estambres en corona.
En una parte muy especial tengo unas rosas que vienen del sur de mi Chile, de Quellón; pícaras rosas que se dan en manojos de hasta siete florcitas pequeñas…tienen si, algo especial… cuando recién se muestra el botón, son amarillas intensas y…cuando abren, rápidamente se tiñen de rosado y a los dos o tres días se van poniendo cada vez más rojas hasta llegar al púrpura, color en que se suspenden hasta que una brisa traviesa las deshoja….¡rosas de Quellón, traídos sus esquejes con mucho amor! También con mucho amor las contemplo y recuerdo el día en que las planté sin saber si iban a enraizar.
Rosas de recordar, rosas de querer, rosas que se equivocaron de estación y estando en Otoño se creen que están en Primavera. ¡Gracias por alegrarme!


2 Abril 2006

1 comentario:

Antonio Valle dijo...

¡¡Qué rico volver a estar en su parcela!! Viendo los parterres, oliendo las rosas, escuchando a los picaflores y comiendo paltas.

¡¡Que ganas de volver!!

Ya nos veremos y nos comeremos unas paltitas juntos.

Antonio